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Vietnamómetro III / un cangrejo al final del camino.
- pocadefeo
- 7 de ago. de 2018
- 2 min de leitura
¿Sería adecuado preguntarnos por la vida íntima de una animación, por ejemplo la del viejo y gastado pato Donal? Posiblemente habríamos de encontrarnos en un punto ciego, algo inquietante en la sobre explanada tierra del contrato, e imposibilitados de hallar su origen en la naturaleza, envestiríamos en un punto cualquiera y una vez involucrados seguiríamos preguntándonos ¿Qué manera sería la adecuada para vincularnos sensiblemente con una fantasía animada? Habríamos de evitar el golpe bajo, o deberíamos ir directo a hacer uso del efecto? Lanzados a buscar, el fenómeno podría sorprendernos en cualquier lado o dejarnos doblemente desolados, ¿debería de haber algo más? Debería. Sentimos el espacio vacío y confirmamos la presencia, rodeados por un espectro, nos encontramos buscando una pista, pero no hayamos ningún rastro, damos vuelta alrededor, nos convertimos en la mano experta de la ablación, auscultamos a tientas el espacio, tomamos el bisturí, y hacemos presión buscando hallar un interior. No hallamos siquiera la destreza del pudor, nada que nos deje suponer el origen, ningún acto de exclusión, tampoco de inclusión. Siquiera un llamado a la decencia, menos aun el eslabón perdido del relato del amor o de la indiferencia. Pero qué impudor sea aquel de la pregunta por el tubo digestivo de los intestinos, o los conductos que derivan del órgano de la vejiga!? No hay ninguna señal adherida al paso de una refulgencia. Ni tierra, ni extraterrestre, ninguna superpotencia. Nada que nos indique el uso de las funciones orgánicas de un cuerpo, ni vacio, ni rastro, ni vacilo, aún la fuga de la vergüenza. Ni placer, ni trascendencia. De cabo a rabo, un movimiento perfecto sin titubeos sin arrepentimientos, sin el material de la opacidad, en términos absolutos el contrato de una cultura utópica indisoluble, en la sobre explanada calicatura del espectro, tan quirurgico como el siguiente trago del café vietnamita que disfrutaré con las centrales nerviosas de mi cuerpo, en la ciudad de Ho Ian, mientras veo por el televisor del fondo los viejos dibujos animados del Pato Donal, y como un mix de tostadas, frutas, cereales, y leche condensada. Mañana por la mañana haré un viaje de tres días con destino a Ho Chi Min, hacia el distrito uno hay un lugar llamado ENGART HOMESTAY, es una escuela de ingles, me estarán esperando para hacer un voluntariado, tendré casa y comida compartida. Haré trabajos alternativos, enseñaré ingles através de canciones y a la vez tendré la oportunidad de seguir estudiando con las clases de los otros voluntarios. Mas allá de eso: no tengo idea a donde voy. Acaba de interrumpirme algo extraño mientras desayunaba en el hotel. La mujer que nos sirve el café, se ha puesto a llorar en la cocina, la situación se hizo por demás de intensa, todos quedamos preguntándonos que le habría pasado, luego a entrado muy afligida al comedor acompañada con el muchacho traductor de ingles. Ha apagado el televisor con las acostumbradas animaciones del viejo pato Donald. Puede que no me lo crean, pero el muchacho nos ha dicho mientras ella continuaba llorando, que dejasemos de tomar el café porque han hallado un cangrejo aún vivo en la cafetera.

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