Los podridos
- pocadefeo
- 8 de jan. de 2018
- 4 min de leitura

Tenia un plan muy simple, buscar mis cosas o lo que había quedado de ellas e irme. Supuse que todo iba a ser lo bastante asqueroso como para tener que contener la respiración por algún tiempo. Me encontraba frente a la puerta, saqué mis llaves, entorné la puerta y entre lentamente. Eran las 6:30 de la mañana, senté y acomodé a Pichicito, en la silla, junto a la mesa, y me senté frente a el del otro lado. Enseguida vinieron imágenes y recuerdos a mi cabeza. Realmente necesitaba retirarme todo lo antes posible de todo aquello, había ido lejos, y me había quedado convertido en una heladera vieja, que no paraba de emitir su sonido a descarga eléctrica y ya no quedaba mas tiempo para fantasmas, ni palabras y mucho menos para técnicos electricistas. Me acerqué a la puerta de la pieza, la abrí... allí estaban ambos echados y desnudos como dos cerdos fangosos. Saque uno de mis caramelos, lo pele lentamente inundando la pieza con un sutil sonido, iba a comer uno de mis caramelos pero finalmente desistí y lo enceste en el tacho de basura que había por ahí, la luz entraba por la ventana, una briza leve alzó las cortinas, María giró lentamente su cuerpo, para luego escrutarme, desde su ligera somnolencia, así estuvimos por unos largos 15 segundos, finalmente, tome la iniciativa, -De donde sacaste a este pela/fruta?¿como es que tiene valor para instalarse en mi cama? - le dije- ella se levantó violentamente de la cama ya completamente despierta y comenzó a echarme en la cara un montón de mierda falta de anestesia...es dificil acertar tan justo como lo hice, ni demasiado fuerte ni demasiado suave, pero finalmente le había acertado un correctivo tan bien puesto que incluso pareció reflexionar -me pegaste una cachetada- dijo como quien ha recibido por primera vez la impresión de lo que no se puede hacer. -vine a buscar mis cosas, solo quiero estar lejos de acá -dije´- de repente el mamut con cara de mamut, cuerpo de mamut, y gesto de mamut, se despertó de su sueño mierdoso, y se levantó dispuesto a golpearme - Ah no es un cerdo es un mamut¡¡¡¡ -dije- me lanzó un golpe a la cara que esquivé sin demasiado esfuerzo, para luego impactarle un golpe al hígado, que lo dobló dejándolo sin aire, realmente lo tenia a mi merced, pude haberle llenado la cara de dedos, pero cometí la delicadeza de la piedad, que a veces, es mas dañina...estiré mi pierna y le empujé. Dió un par de tumbos y comenzó a golpearse contra la cama, contra la cómoda. Se golpeaba con todo lo que estuviese a su alcance de una forma verdaderamente idiota, hasta caer bruscamente al piso y quedar paralizado. - solo quiero irme, donde esta mi maquina, quiero mis cosas, -dije registrando la casa con la mirada- ¿no habrás tirado también mi máquina o si? María me miró y comenzó a llorar, -No quiero que te vayas -dijo después- Yo divise mi maquina de escribir- No quiero que te vayas -volvió a decir- Entonces entre el llanto de María brotó un aullido ronco, ahogado, apenas entendible. -¡¡¡¡AUXILO!!!! dijo el pela/fruta, desesperando en el piso lo mas lila que alguien pudiera estar, maldición no de nuevo -pensé- de repente hizo un ultimo zumbido y se apagó como un televisor al que se le desenchufa - Se murió!!! -gritó María- !!!!HACE ALGO. Recuerdo que cuando era niño, hice un curso de primeros auxilios, un curso práctico sobre como actuar en situaciones límites en el que asistían las mas lindas niñas del barrio. En ese entonces yo tenía doce años, y un montón de ilusiones con respecto al sexo opuesto, se había corrido la bola que en el curso enseñaban respiración boca a boca, tomándose algunos permisos, asi que fuimos con Alberto, en ese entonces Albertito no conocía a la gorda, y su rostro no se parecía en nada al rosotro pegajoso que hoy tiene. Lamentablemente Alberto no corrió la misma suerte que yo, aquel dia pudo haber cambiado su vida tal como lo cambió para mi, lo cierto es que nunca voy a olvidarme de eso, porque así fue mi primer beso "medida de urgencia" su nombre era Romina, tengo su imagen tan clara, como si hubiese sido ayer. Estaba enamorado, todo era como un dulce sueño de chocolate, en ese entonces eso era la felicidad para mi, ahora no estoy tan seguro, pero dalo por hecho que no se parece en nada a tener que aplicarle la medida de urgencia al pela/fruta con quien se acuesta tu ex mujer. Miré a María que seguía llorando, recorrí el cuarto con la mirada, el tipo realmente parecía muerto, de repente comenzó a temblar, sus ojos se dieron vuelta, ¡¡¡¡Porque tiene que pasarme esto maldición¡¡¡¡¡-pensé- que mierda hace un pela fruta menos en el mundo, porque no se muere seria justo, el tipo moriría por la ley, 328 que rige el código entre los hombres, "no te instalaras en la casa del novio de la minita que te trincas". María gritaba y lloraba a la vez, mientras el tipo se asfixiaba, los segundos se expiraban junto a su perra vida,¡¡¡¡¡¡ CARAJO!!!!! -grite- MALDITA COMPASIÓN- me arremangue tome aire, cerré los ojos, volví al dulce recuerdo de mi infancia sobre una niña llamada Romina, y le aplique la medida de urgencia al pela/fruta, no recuerdo haber hecho algo tan piadoso y asqueroso en mi vida, finalmente salvé la vida del pela/fruta que comenzó a respirar y a volver del mundo de las sombras, realmente tenía la cara del tipo mas idiota que hallase visto, me paré escupí, tomé mi máquina de escribir, alguna ropa de menor importancia y salí de la pieza. Fui al baño, meé. Volví a escupir. Me enjuagué la boca. Volví a mear. Luego miré los azulejos de la pared contiguas al lavatorio. Conté seis para la derecha y doce para arriba, golpeé, el azulejo se aflojó inmediatamente, saqué un bollito envuelto en una bolsa de nailon con mis ahorros, y salí del baño. María estaba ahí llorando, me miró entre avergonzada, se acerco a mi, lloro, se acerco mas a mi, yo también sentí vergüenza, se arrodilló, abrazó mis piernas, me sentí débil y confundido, fue el ultimo pedido de perdón, el ultimo adiós, el ultimo beso, la ultima incomodidad, la puerta seguía entornada, Alcé al muñeco Pichicito en los hombros y nos fuimos, por una vez había salido casi ileso, luego habría que enfrentar el coletazo de la víbora.
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